Arde en el cielo un fuego
que calcina el resplandor del alba,
arrojan los pescadores sus redes
el amanecer de un día cualquiera,
liada entre la espuma de las olas
flota la esperanza no confesada
de que se enmarañe alguna quimera,
pero las sirenas sólo son mitología
y los hipocampos un animal marino.
Se disuelven los linderos del horizonte,
bajo la luz incierta de farolas
regresan las barcas fatigadas
los hombres cargan su jornada,
costa adentro reposa la oscuridad
la marea encrespa un clamor nocturno,
las luces duermen y el pescador sabe
que en la simple rutina de su vida
siempre existe el rumor del mar.
Jules Etienne
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