Te he visto cobijarte al ardor del tacto
entre el perfume del alba,
habitar en el lienzo desnudo
de nuestro lecho insomne.
Abrazados hemos escuchado
silbar con lejanía incierta
un alegre suspiro del tren matutino,
imaginando el rumor de las voces
de los viajeros que hoy se van.
imaginando el rumor de las voces
de los viajeros que hoy se van.
Madrugadas envueltas por el sueño
con el sabor de los frutos
que alguna vez fueron prohibidos,
con el sabor de los frutos
que alguna vez fueron prohibidos,
no existe más allá del deseo
mejor secreto que el de tu cuerpo.
Jules Etienne
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