"... por el rubio aroma que impregnaba los pétalos de tus caricias..."
Por esa docilidad ingrávida
con la que parecías deslizarte
en el itinerario de nuestro desvelo,
por el rubio aroma que impregnaba
los rincones del deseo,
llegué a suponer que me amabas.
Me gustaba cerrar los ojos para escuchar
la risa fácil de tus años precoces,
era la necedad de mi otoño
y esa ternura sin edad
que se ocultaba entre los pliegues
más recónditos de tu piel.
Encima de ardores y devaneos
se fueron acumulando dudas
con el pesado silencio que las delata:
una mañana al despertar, ya no estabas.
Destino de amantes que parece inevitable,
cada quien tendrá su propio olvido.
Jules Etienne
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