"... las heridas de guerra tras memorables batallas en bicicleta..."
Tuvo la infancia su amanecer de pureza
eran el circo, los juegos de la feria
o un día en la playa tanteando las olas.
Había magia en aquellas criaturas
que escaparon de libros ilustrados
para pasear su extravagancia animal
ante los ojos azorados de nuestra ingenuidad.
Las inevitables complicidades maternas
forjaron disfraces improbables y exóticos,
para satisfacer sus propias fantasías
atendieron, también, las heridas de guerra
tras memorables batallas en bicicleta,
y era posible encontrar la sabiduría de la vida
en las tiras cómicas o el juego de canicas.
Nunca fue necesario leer el horóscopo
ni la adivinación de las cartas
porque se podía predecir el futuro
en la poesía natural de la vida.
Prodigiosa y distante como el sol
esfera íntima de cada mandala
más allá del tiempo persiste la inocencia.
Jules Etienne
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