Las cosas sin importancia,
esos gestos rutinarios y anodinos
se deslizan con la inasible eternidad
de los secretos vacíos,
como si jamás hubieran sucedido.
De repente, alguno sorprende
reclama un lugar que no le corresponde,
gira cuerpo adentro con el filo del sueño
y desgarra la lucidez del momento
en un lance apenas perceptible,
dejando la sensación de que lo vivido
le hubiese acontecido a otro
-que también es uno mismo-
en algún lugar incierto, en una época lejana.
La nostalgia se anticipa y ya desde entonces
presiente la dificultad para recordarlo.
Jules Etienne