En mi casa habitan libros
y las palabras vagan sin permiso,
sintaxis que se impone al caos
en la intimidad de la lectura.
Abro el calabozo de las pâginas cautivas
con el añejo olor de tinta madura
impregnando sus rejas de papel.
Caen voces ajenas en mi boca
y las guardo al azar entre los labios
hablan entonces desde estos ojos,
silente melodîa repleta de signos
ensimismada en su propia consonancia,
extraño confín donde los difuntos
resucitan cuando se les visita.
Polvo del silencio que paciente
espera,
es el tiempo que nos mira.
Jules Etienne

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