Sobre tu cuerpo florido
reposa su siesta apacible
el sombrero de la tarde.
Si tu presencia se ufana
de un sutil secreto,
la razón también duerme:
es esa incitación palpable
que discreta desvanece
la intransigencia del raciocinio.
Tu corazón palpita sereno,
se sumerge en una plácida
de un sutil secreto,
la razón también duerme:
es esa incitación palpable
que discreta desvanece
la intransigencia del raciocinio.
Tu corazón palpita sereno,
se sumerge en una plácida
cadencia de leves rumores,
suspiros ocultos en el baúl
de las caricias fugaces.
En la brisa vaga sin rumbo
una clara transparencia,
rubor del sol menguante
iluminando el ocaso
hasta que llegue la noche
envuelta en murmullos.
Jules Etienne

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